el inframundo

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Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

domingo, 25 de febrero de 2007

COCITO (I)


Las aguas me arrastraron hacia la orilla, y yo inerte, no hice nada por evitarlo. Las piedras de la orilla me arañaron, y yo, sin ni siquiera quejarme intenté protegerme de sus ataques. La arena entró en mis heridas, infectando y dañando todo a su paso, yo inerte contemplaba su trabajo. El viento me empujó hacia el otro lado y como un muñeco me lanzó hacia sus aguas. Y al caer, mis ojos volvieron a abrirse, las heridas comenzaron a sangrar y comencé a sentir todo lo que no había sentido porque estaba dormida. Miré a mi alrededor y observé como había cambiado todo y un sentimiento nuevo comenzó a formarse en mi interior…
Como había dejado que todo eso pasara… como había llegado al punto en el que me encontraba… y me lamente por haber sido un mero observador de la vida, por haberme limitado a estar dormida y ver pasivamente todo lo que se me presentaba. Y todas las lágrimas que antes no pude derramar, salieron a borbotones, y sin darme cuenta entre en otra “pasiva dinámica”, el lamento.

viernes, 23 de febrero de 2007

AQUERONTE (II)

He fundido mis ensoñaciones y deseos de niña con la dureza y realidad e la madurez, intentado así hacerme más fuerte y con ello, la vida más llevadera. Y aunque camino con los pies en el suelo, vuelo con mi mente a cálidos lugares y realizó allí mis sueños. Solo llevando esa doble vida, rozo la felicidad, porque aunque suene arrogante, merezco sentir aunque sea un segundo lo que es ser feliz.

AQUERONTE (I)

Si me preguntas porqué, pese a todo el tiempo pasado aún no lo sé. Si tus dudas rondan el cómo, te diría que son dudas compartidas.
Todo comenzó un lejano día, como todas las cosas, y sin darme cuenta la corriente de los sucesos me arrastró. Caí en una oscura dejadez, y navegué por sus aguas tranquilas. No contenta con ello, metí mis manos en ellas, lavé mi rostro y continué con el resto de mi cuerpo, para terminar al fin lanzándome a sus aguas, mojando hasta mi alma e impregnándola de todo aquello que poco a poco la iban dejando sin vida…
Mi cuerpo, dejó lentamente escapar las últimas gotas que le daban color, y fue llenándose con sus aguas… inerte, como si nunca hubiese existido, como si siempre hubiese pertenecido a él… y cerré los ojos al mundo, entré en un sueño profundo del que no sabia, ni tampoco me importaba saber, si algún día iba a despertar.