el inframundo

el inframundo

Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

sábado, 29 de septiembre de 2007

ESTIGIA (III)


Camino hacia al Olimpo con pasos seguros entre las miradas desconfiadas de las gentes, las cuales se arrodillaban haciendome un sendero donde no me quedaba ningún hueco por el que escapar. Y cada paso que daba, fui adentrandome más en mi mente, y sus cuchicheos fueron haciéndose menos molestos a la misma vez que mis pensamientos fueron haciéndose más intensos. Recordaba lo feliz que me hacia la ignorancia y la creencia que tenia al volver de que ésta regresaría conmigo y la tortura que estaba siendo comprobar que estaba equivocada. Y comenzaron miles de pensamientos a bailar en mi mente…
Deseos de ser lo que nunca seré. Gritos mudos que protestan por los errores cometidos al elegir. Ya ha pasado el tiempo, y con él, las oportunidades. Podría haberme enfrentado a lo impuesto, podría haber sido más valiente y sin embargo, no lo fui. Y ahora cuando el tiempo se acaba, y las fuerzas me flaquean, lo único que sé hacer es llorar en silencio y demostrar a los demás, que no estoy acabada, y construyo para eso, una bella imagen, la muestro con la seguridad que todo creador tiene de su obra. Y los demás me creen, pues no saben más de mí.
Y sonrió a aquellos que me empujaron al vacío, y que destrozaron con un solo gesto, todos mis sueños. Porque aunque ninguno de los que me rodean quieran darse cuenta, vivo en una ensoñación, en la que hago lo que deseo, y soy lo que quiero, y en esos momentos son los únicos en los que consigo ser feliz, e intento tomar fuerzas para continuar con mi camino. Pero cuando despierto, y todo se vuelve de nuevo gris, y la realidad me tortura y se empeña en demostrarme que un día fui cobarde, que un día no quise enfrentarme a ella…

Nacemos sin elección y como cualquier cosa impuesta, nos cuesta y en muchas ocasiones, hasta nos produce dolor. Nos arrancan de una paz eterna y sin decirnos el porqué de nuestra existencia, nos obligan a enfrentarnos a eso que han disfrazado de don o regalo, y que le han dado el valor de único y legítimo. Nosotros, asustados nos enfrentamos con ilusión y actuamos sin saber que todo es algo pasajero, actuamos como si siempre tuviéramos tiempo. Y ofendemos y juzgamos a los demás, y nos atrevemos no solo a hacerles daño físico, sino a destrozar sus sentimientos y a asesinar su ilusión, del mismo modo que otros lo han hecho con nosotros.

Por fin estoy a las puertas, por fin vuelve la ignorancia

LETE (III)



Sus pequeños y asustadizos ojos me observaban como si tuviese ante sí a un homicida, mientras que su cuerpo se esforzaba por demostrar cierto cariño aunque el temblor de de sus manos lo delataba. Sentada en la orilla me limité a contemplar lo que ocurría, como si estuviera observando una representación en el teatro… y aunque su cuerpo se resistía, su mente sometió ese miedo y acabó sentándose a mi lado.
“¿tú también me temes, Hermes? tú, la mano derecha del Jefe.”
Y sin titubear me miró fijamente y sus ojos me dijeron todo lo que su voz no pudo, observándome como si no me conocieran, como si nunca antes me hubieran visto, y un pequeño hilo de voz escapó de su garganta a la misma vez que sus ojos vertieron para mí, una sola y única lágrima…
“Él quiere verte. Te está esperando”

jueves, 6 de septiembre de 2007

FLEGETONTE (IV) segunda parte

Las flores no me parecen tan hermosas como antes, su olor ya no me es tan dulce, ni sus colores tan brillantes. La suave brisa ya no me acaricia la piel como antaño, en su lugar me quema y estropea aún más lo poco que me queda de lo que fui.
Rodeada de nuevo por ninfas y flores, añoro todo lo oscuro y no puedo evitar intentar recuperar en mi mente aunque sea solo un segundo, su imagen. Entre lágrimas escondidas miro de nuevo mi reflejo en el río, y sin darme cuenta mi imagen comienza a cambiar, transformándose en algo que me resultaba muy familiar. Era su rostro, y sus inmensos profundos ojos negros, que me miraban despojando de mí toda la fachada que había creado para los demás, y desnudando mi alma de nuevo, como lo hizo con mi cuerpo anteriormente. Volví a sentir sus frías y a la vez, cálidas manos y mi respiración se aceleró del mismo modo que en aquel momento… y nos vi a los dos de nuevo enlazados sobre la oscura piedra, y noté sus labios una vez más sobre mis senos que poco a poco fueron permutando su forma y color… y una vez más, y sin ni siquiera estar presente, volvió a darme vida, para en un solo aliento, volver a quitármela…
Al oír pasos a lo lejos, su imagen desapareció del agua, dejando que mi imagen disfrazada se abriera camino.