el inframundo

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Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

miércoles, 27 de enero de 2010

ESTIGIA (IV)

Todos se encontraban allí. Todos menos a quien yo evocaba en mis pensamientos…

El Grande se encontraba en el centro, rodeado de todos los demás, los cuales eran todos hijos, sobrinos, hermanos, esposas y concubinas a la vez, sin importarles tal absurdo, pues todos y cada uno de ellos le debían su existencia. Todos incluso yo.

Y alzando su mano como si fuera a tocarme dijo: “regresaste sana y salva a nosotros y con eso ha vuelto la normalidad. Ya no hay razón para más días grises, Deméter, vuelve a dejar crecer la vida en el mundo, pues esto solo ha sido una jugada del destino…”

Y aunque de su boca continuaron saliendo sonidos, que para los demás quizás tendrían algún sentido, en mi cabeza solo se imprimieron dos ecos, normalidad y destino.

¿Normalidad? ¿No son sinónimos de ella cordura y moderación? ¿Que hay en este mundo que pueda ser descrito con esas palabras? Quizás quisiste referirte con normalidad a costumbre y regularidad, pero ¿Qué bueno tiene eso a la larga? ¿No vuelven las costumbres los hechos monótonos y les otorga de cierta obligación?

Destino… bonito conjunto de letras inventaste para silenciar las voces que se levantasen contra ti y tus caprichos, pues todo ocurre “porque estaba escrito”, y todos y cada uno del resto tenemos que someternos a él, ya que tu mismo te has sometido a aquel como ejemplo de humildad para todos, y solo tú sabes porqué dejas que ocurra, ya que es solo una emanación de ti mismo.

Y esos pensamientos fueron haciéndose más enérgicos, llenando de palabras mis pensamientos, abstrayéndome de la realidad y dejando crecer en mi interior, algo que me corroía las entrañas y que se abría paso poco a poco hacia el exterior, desgarrándome a cada paso…

…y cuando ya no podía contenerlo más, me pareció escuchar el siseo de su voz y sentí su frio aliento en mi nuca, haciendo desaparecer todo aquello y adentrándome de nuevo en mi dulce ensoñación…

“Bienvenido, ¿a que debemos tu visita?”

Y mis ojos se abrieron en busca de lo que mas deseaba.