el inframundo

el inframundo

Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

miércoles, 17 de febrero de 2010

LETE (IV)


No noto el paso de los días, el tiempo avanza y ni siquiera me doy cuenta de cuanto ha transcurrido. Paso los días observando la vida, como el mundo se mueve y yo sin embrago sigo ajena a todo ello. Mi reloj se detuvo hace mucho tiempo, y mientras todo lo que me rodea va mutando, sigo estacionada en un mismo punto. La primavera dio paso a más vida a mi alrededor, y sin embargo, mi interior parecía dormido, atolondrado por el paso del tiempo y la desidia, y mi alma que en un tiempo gritaba y se arqueaba en la agonía tras su indiferencia, había quedado reducida a un leve reflejo que poco a poco iba desvaneciéndose, llegando casi a entrar en un estado de letargo del que quizás no saldría jamás.
Llegó el verano, y Helios mostró su poder con más fuerza que nunca. Los rayos del sol acariciaban mi cuerpo, mientras como cualquier día, estaba sentada, como de costumbre y como lo hacía antes de conocerle, a las orillas del río, rodeada por las mismas ninfas de siempre perfumada por los olores de las idénticas flores, como si eternamente hubieran existido ahí… lo único que era diferente en esa imagen de la de antaño, era mi figura sin vida, colocada como una estatua de cera en un museo, dejando pasar los días, como un mero observador, sin intentar ni evitar participar en ello, sin existencia pero sin expiración… y los días pasaban y pasaban… y mi imagen continuaba inmutable, como un trasto que había sido colocado hace años y el polvo lo hubiera cubierto, como una adorno que había quedado en el olvido…

COCITO (IV)

El “daño” ya estaba hecho, el fruto del inframundo había sido comido, y debería volver a mi nuevo reino y desposarme con su señor. Pero Zeus, viendo la repercusión que podría tener esto sobre mi afectiva y vulnerable madre, decidió que habría que encontrar una solución por el bien de la vida en el mundo, ya que ésta, tras mi marcha volvería a dejar que todo se marchitase y que los campos mostrasen su imagen mas inerte. Y por mandato de éste se llego a un acuerdo, sin tener en cuenta lo que yo deseaba, sin ni siquiera pensar que el objeto de pugna era yo, alguien a quien todos deseaban cerca, pero no porque lo considerasen algo importante, solo como algo que había que conseguir, solo como una muestra de su triunfo… Así, pasaría seis meses del año con mi progenitora y los seis meses restantes con aquel que había sido capaz de darme vida y muerte en un solo segundo…

Seis meses en vida y seis caída, seis meses rodeada de desaliento y seis de vigor, seis meses dormida internamente con el exterior lleno de vigor, para los seis meses restantes morir en vida para sentirme mas vida de lo que nunca lo había estado…

Busque su mirada esperando desaprobación para tal ocurrencia y quizás llegue hasta imaginármelo alzándose contra su hermano con toda la temida fuerza de los infiernos y su gran bestia de tres cabezas, Cerbero... Pero, sin embargo, lo único que encontré fue la triste y fría indiferencia. Su mirada no mostró ningún sentimiento, ni siquiera buscó la mía para arrastrarme a sus adentros como siempre lo hacía… quedo fija en Zeus y con un pequeño signo que casi era imperceptible a los ojos de los demás, asintió para después, darse la vuelta y comenzar su marcha hacia las tinieblas…

Me dejó allí, sin más, sin una sola mirada, sin darme aliento y sin hacer nada por quitármelo… sin amarme y sin odiarme… en un vacio en el que solo se podían oír los alaridos de mi alma, retorciéndose y quebrándose de dolor por su indiferencia… muriendo lentamente, arañando mi fachada de piedra inútilmente, tomando sus últimos alientos y ahogando su voz en lágrimas, pues no hay muerte mas lenta y aguda que el lamento de de tu propia existencia dejando de existir…

miércoles, 10 de febrero de 2010

AQUERONTE (V)

Su presencia llegó como un ciclón, azotando todo mi interior, y dándome esa sensación de ahogo de la que ya empezaba a ser adicta. Zeus, y su circo de parientes se quedaron mudos y temerosos, esperando a que su visitante dejase brotar de su boca alguna palabra. Todos parecían temerosos de su siseo, todos menos yo, que deseaba más que nunca oír los rugidos de su voz. Pero ésta nunca llegó. En su lugar, delante de él, apareció uno de sus adeptos, que comenzó un con una breve sonrisa burlona a revelar el motivo de su presencia.

Quizás era mejor así, que él no pronunciase palabra, pues el solo susurro de su voz quemaba toda vida y resultaba insoportable al resto de los seres, del mismo modo que a mí me lo resultó hace tiempo, y, del mismo modo que consumió mi alma en un cúmulo de lamentos, arrebatándome toda existencia y dotándome de una nueva. Quizás ahora, después de tanto tiempo sin escucharle, podría haberme despedazado de nuevo…


“la niña tomó alimento del inframundo, y por ley, todo aquel que lo haga no puede abandonar el territorio de mi Señor”


Miles de susurros rompieron el silencio y la expectación anteriores, y miles de miradas punzantes se clavaron en mi figura… pero eso ya no importaba…volvería junto a él…sería arrastrada de nuevo a mi deseado infierno particular...

Y cuando estaba adentrándome de nuevo en mi lugar favorito, aquel donde no existe nada más que lo que yo decido, aquel en el que se funden realidad y sueño, escuché una voz que me sacó de él como si me despertasen. Era la voz de aquella de la que había emergido, implorando la intervención del Superior…