el inframundo

el inframundo

Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

miércoles, 17 de febrero de 2010

COCITO (IV)

El “daño” ya estaba hecho, el fruto del inframundo había sido comido, y debería volver a mi nuevo reino y desposarme con su señor. Pero Zeus, viendo la repercusión que podría tener esto sobre mi afectiva y vulnerable madre, decidió que habría que encontrar una solución por el bien de la vida en el mundo, ya que ésta, tras mi marcha volvería a dejar que todo se marchitase y que los campos mostrasen su imagen mas inerte. Y por mandato de éste se llego a un acuerdo, sin tener en cuenta lo que yo deseaba, sin ni siquiera pensar que el objeto de pugna era yo, alguien a quien todos deseaban cerca, pero no porque lo considerasen algo importante, solo como algo que había que conseguir, solo como una muestra de su triunfo… Así, pasaría seis meses del año con mi progenitora y los seis meses restantes con aquel que había sido capaz de darme vida y muerte en un solo segundo…

Seis meses en vida y seis caída, seis meses rodeada de desaliento y seis de vigor, seis meses dormida internamente con el exterior lleno de vigor, para los seis meses restantes morir en vida para sentirme mas vida de lo que nunca lo había estado…

Busque su mirada esperando desaprobación para tal ocurrencia y quizás llegue hasta imaginármelo alzándose contra su hermano con toda la temida fuerza de los infiernos y su gran bestia de tres cabezas, Cerbero... Pero, sin embargo, lo único que encontré fue la triste y fría indiferencia. Su mirada no mostró ningún sentimiento, ni siquiera buscó la mía para arrastrarme a sus adentros como siempre lo hacía… quedo fija en Zeus y con un pequeño signo que casi era imperceptible a los ojos de los demás, asintió para después, darse la vuelta y comenzar su marcha hacia las tinieblas…

Me dejó allí, sin más, sin una sola mirada, sin darme aliento y sin hacer nada por quitármelo… sin amarme y sin odiarme… en un vacio en el que solo se podían oír los alaridos de mi alma, retorciéndose y quebrándose de dolor por su indiferencia… muriendo lentamente, arañando mi fachada de piedra inútilmente, tomando sus últimos alientos y ahogando su voz en lágrimas, pues no hay muerte mas lenta y aguda que el lamento de de tu propia existencia dejando de existir…

No hay comentarios: