
Ya cuando el olvido casi me consumía, mi mente, aún se resistía a perder todo lo que había sido anteriormente mi vida. Y ví de nuevo mi imagen, en aquel bosque, que tantas horas me había acompañado, y recordé los altos muros de rosales que lo cercaban, los fuertes troncos de sus árboles, el fresco aroma que emergía de la hierva, que junto a miles de flores, formaban una colorida alfombra. Y me imaginé de nuevo, peinándome mientras me reflejaba en las cristalinas aguas de sus hermosos lagos… y por un momento, me pareció ver la sonrisa de mi hermosa madre mientras hacia crecer aún mas todo lo verde, y sentí que estaba en casa, sentí que había vuelto a los campos de Enna…
Pero esta imagen pronto desapareció, ya que pude ver de nuevo Su rostro, emergiendo de la tierra, Sus palabras arrogantes, que me ofrecían seguirle y Su mirada, oscura y penetrante, que me decía que no era una invitación… Y me arrastró a lo mas profundo, me separó de lo que más amaba, vació mis entrañas y las llenó de un amargo, pero a la vez embriagador odio.
Odio a su olor, odio hacia su persona, odio a los que no me ayudaron, odio a mis brazos por no ser lo suficiente fuertes para aferrarme a mi vida, odio a esa vida que no me rescató… odio a mi propia persona…
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