el inframundo

el inframundo

Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

viernes, 26 de marzo de 2010

AQUERONTE (VI)


Permitidme que detenga mi historia inicial y os muestre algunos sucesos que ocurrieron durante mis primeros años como reina del inframundo, ya que en la profundad de mi reino, no estaba ajena a la vida exterior, y las historias más contadas y repetidas por los mortales eran narradas como inocentes cuentos a mis oídos, siendo a veces, una silenciosa espectadora de ellas, otras incluso, parte de las mismas...

Recuerdo cuando aquel héroe griego, Ulises (Odiseo), llego a nuestro reino, buscando a Tiresias el adivino, ya fallecido, para que diese la anhelada ruta de regreso a su reino, Itaca. Una vez en los infiernos, preparó un pozo lleno de sangre de cordero previamente degollado, como reclamo a los espíritus, para que las almas acudieran al olor de ésta a saciar su sed, y con ellos el espiritu del adivino. Ví como luchaba con las miles de almas atormentadas que permanecerían en los infiernos hasta el fin de los días. Y observe como apartaba de la sangre a sus difuntos amigos e incluso a su madre, la cual dejo en vida cuando partió de su hogar, hasta no habérsela ofrecido a Tiresias, todo por volver a su patria, todo por volver a su amada... había rechazado a las reinas mas deseadas de Grecia y a pesar de estar viendo con sus propios ojos lo que el fin de los días le aguardaba, rechazó la inmortalidad que la reina Circe le ofrecia a cambio de pasar la eternidad junto a ella, solo por una simple y perecedera mortal, de la que solo podría disfrutar una breve vida y de la que no tenia noticias ni sabia con seguridad si aun le esperaba o por el contrario habría encontrado refugio en otros brazos. ¿Seria tan persistente mi adorado y detestado dios por acortar la distancia entre nosotros si nos separasen o por el contrario solo era su premio en una disputa y algún día se cansaría de su trofeo? ¿sería yo capaz de lo mismo, lucharía con todas mis fuerzas y contra todo sufrimiento solo por unos años junto a él?

Pero lo que mas me lleno de esta historia, no fue la parte más contada, sino la que nunca antes nadie había contado...en su espera, la paciente reina de Ítaca ahogaba sus lágrimas en cartas... lágrimas que después incineraba con la esperanza de que nunca llegasen a ser vistas por nadie y que su imagen serena no se viese destruida...cuanto me recordaba eso a mi estancia en el exterior, tan fría e imperturbable como una estatua a las orillas del río y tan ferviente e inquieta en mi interior... esta es la primera... aquí comenzó su pena...

PRIMERA CARTA

Querido Ulises,

El pueblo comienza a olvidarte pero tu hijo, pese a su juventud, mantiene en tu recuerdo comportándose ya como el rey que será algún día. Ahora han llegado de todos los lugares, hombres que se creen dignos de ser tu sustituto, pero con la ayuda de la diosa Atenea, se ha impuesto a todos ellos, y ha decidido emprender un viaje en tu busca.

Y a mi, aquí me tienes, llenando de palabras secretas este papel, con la ingenua ilusión de que te lleguen algún día, con la madura sabiduría de que nunca te llegaran...

En el silencio te espero, y en mis noches, después de destejer con afán lo que voy dando forma en el día, entre sueños, levanto un lugar donde nada de esto ha ocurrido y donde nunca tuviste que partir a una guerra de la que ni siquiera encontrabas razón...y en cada suspiro del viento, te envío susurros y caricias, deseando que no te hayas olvidado de tu hogar, deseando que no te olvides de tu vida, y deseando sobre todo, que aun recuerdes el olor de mi piel, el tacto de de mis besos y el susurro de mis caricias, del mismo modo que yo revivo tu olor, tu tacto y tu voz en cada paso que doy al día.

Mantener tu recuerdo en mi mente es mi nuevo modo de vida, y aunque sé que nadie dijo que fuera fácil, a veces cuando el cielo llora disfrazo mis lágrimas entre las suyas, para que nadie note mi desaliento, y no crean que he perdido la esperanza de que algún día los caprichosos dioses te dejen volver. Porque aunque mi alma llora tu ausencia, mi rostro celebra tu recuerdo, siendo la espera mi mejor cómplice y los días mis confidentes. Y en silencio, continuo tejiendo el ficticio sudario para tu enfermo y anciano padre, y cuando Helios se acuesta y ya no puede delatarme, abrazo con fuerza la almohada del lecho que diste forma con tus propias manos en el torso del gran olivo y le narro todas mis desdichas y duermo después imaginado que aun estás aquí, rodeándome con tus brazos y que mi cabeza encuentra reposo en tu pecho y tus latidos me ofrecen una dulce nana.

Solo escribo estas palabras para dejar que mi alma se relaje, y las quemo en las llamas para que desciendan al reino de Hades y nunca nadie las encuentre. Espero que tu alma este llena de jubilo ya sea porque mi deseo te lleve a nuestro recuerdo o porque estés abrigado por otros brazos...

siempre tuya

Penélope

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