el inframundo

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Viaje a lo más profundo

Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). Os invito a que os adentreis en cada uno de ellos, y os dejeis llevar por sus aguas, pero no olvideis pagar al barquero, pues eso os asegurará el retorno...

sábado, 21 de abril de 2007

FLEGUETONTE (III)


Su presencia era poco amigable. Sentado en su gran trono de ébano, clavaba sus oscuros ojos sobre mí. Su larga melena negra caía sobre sus hombros y sobre su mano derecha sostenía un gran cetro que terminaba en dos puntas. A ambos lados se encontraba rodeado de las Erinias, generadoras de los castigos infernales, y Las Moiras, en cuyas manos se hallaban la suerte de los mortales. Con un gesto y sin apartar su mirada de mí, ordenó que sus acompañantes desapareciesen, y solo los dos nos quedamos rodeados del más absoluto silencio. Después de unos segundos, me atreví a alzar la vista del suelo, y allí estaba, frente a mí, tan enorme que hacia que pareciese yo más insignificante de lo que era en realidad. Y lentamente acarició mi mejilla con su fría y muerta mano y sentí como si miles de agujas se clavasen lentamente y fuesen consumiendo poco a poco mi piel. Cerré los ojos y vi horrorizada miles de almas que pedían descanso y un hediondo olor invadió todo el aire que me rodeaba… Recordé a aquellos héroes y semidioses a los que había rechazado y me maldije por haberlo hecho… ese olor me taladraba por dentro y aunque quise apartarlo imaginando las hermosas flores, solo conseguí hacerlo aún mas fuerte. Y sin mover los labios me susurró mirándome tan fijamente como siempre, “no me darás más de lo que no desees”. Y abrí los ojos para mirarlo con la misma profundidad con la que él siempre lo hacía y apartar su mano de mí. Pero las cosas no ocurrieron así, y aunque mi mente quería huir, mi cuerpo se precipitó contra el suyo como si de un imán se tratase, como si le llevase la vida en ello, como si siempre lo hubiese deseado. Y sus manos rodearon mi pequeño cuerpo, y su fria piel comenzó a rozar cada rincón de la mía. Y su olor, que me había resultado tan repugnante, ahora me parecía aún mas dulce que el de las ninfas, y su fría piel dejó de parecérmelo, hasta el punto que sentí que casi me quemaba. Y de un golpe seco, arrancó mi vestimenta, para seguir recorriendo el resto de mi cuerpo con sus labios y sus manos... Nuestros cuerpos danzaron con el mismo ritmo que los árboles lo hacen con el susurro del viento, uniéndose en uno y entremezclándose como si de agua y tierra se tratase…y con cada roce de su piel me iba dando un poco más de vida para más tarde, robármela con cada beso y suspiro… Tumbada sobre la fría piedra, sostenía su cabeza entre mis pechos. Su cuerpo, ya dormido, desprendía la misma frialdad de siempre. Sus ojos, ya cerrados, no parecía tan dignos de temer. Su cabello oscuro ya no le daba la apariencia de un poderoso dios, no parecía mi innombrable dios del Inframundo. Desnudo en mis brazos, sólo era un indefenso hombre más.

3 comentarios:

rafa dijo...

Por Fin!!!! un poco de accion (por no decir sexo, aunque light) jejejejeje.
Bueno por fin empiezo a comprender la historia, el hilo y el argumento...
Esto ya es otra cosa, mucho animo y sigue con la historia, que ahora viene la parte mas interesante.

PD: lo que te dije de hacer un blog para explicar este, ya no es necesario jejejeje.

Un besazo.

Anónimo dijo...

No sé si amor o algo realmente "gore" rodea estas líneas, aunque quizá la adicción y la repulsión no estén tan lejos la una de la otra.

Para la próxima una foto de hades....

;)

Anónimo dijo...

Siempre has tenido un talento especial para escribir.Felicidades.

/me se quita el sombrero ante tu historia ^^

Espero poder seguir leyéndola pronto :D